Sevilla es una ciudad con incontables edificios maravillosos que visitar, el Palacio de Lebrija es uno de ellos. Construido en el siglo XVI , tras varias reformas y cambios de dueño durante los siglos XVIII y XIX, en 1901 es adquirido por Doña Regla Manjón, Condesa de Lebrija. Será a partir de entonces cuando este edificio comience a tomar verdadera importancia, la cual perdura hasta nuestros días.

Retrato de la Condesa de Lebrija realizado por Sorolla en 1914.
Retrato de la Condesa de Lebrija realizado por Sorolla en 1914.

 

Doña Regla Manjón fue una ilustre dama culta y apasionada por el arte, las antigüedades y sobretodo, la arqueología,  lo cual se refleja en el interior de este edificio.
Siguiendo el esquema de los palacios sevillanos, se compone de dos plantas, la baja utilizada en verano y la alta, destinada al invierno.
En la planta baja encontramos numerosos tesoros artísticos: bustos, ánforas, elementos de época romana y árabe. Pero sin duda el rasgo más característico de este palacio son los mosaicos, en su mayoría procedentes la ciudad romana de Itálica, situada en el actual término municipal de Santiponce (Sevilla). Destaca el del patio central, tanto por su magnitud, como por su buena conservación,  ya que data del siglo II y II.

Rodeando el patio encontramos piezas de diferentes épocas, estilos y origen que la Condesa recopiló durante toda su vida y que configuran la esencia de este Palacio tan particular.

Las estancias que rodean el patio guardan entre sus paredes más piezas: bustos romanos, cerámica visigoda y más mosaicos.

                                                  

Una de mis estancias favoritas es el Cenador de Cristal. Los azulejos, que datan del
siglo XVI, provienen del convento de San Agustín.

El cenador comunica con el Patio de las Palmeras, siguiendo el gusto de los jardines románticos de la época.

Al fondo del Cenador encontramos el Comedor de Verano, con  azulejos del siglo XVII, zócalo del siglo XVIII y una interesante colección de platos antiguos.

Cabe destacar el Salón Ochavado, construido
específicamente con esa forma para albergar el mosaico que guarda en su interior.

En la planta alta se muestran las estancias mantenidas tal como vivía la familia, hasta que falleció el último Conde de Lebrija en 1999. En esta planta se exponen asimismo los objetos comprados por la condensa durante sus viajes.
La escalera que comunica las dos plantas es una auténtica maravilla. Todos los elementos que la conforman son de los siglos XVI y XVII.

                                                                     Biblioteca.
Salón Barroco.
Salón del Cantón.
                                                             Salón Comedor.
Sin duda un lugar más que añadir a la lista de imprescindibles de Sevilla.
Imágenes e información: Leyendas de Sevilla Blog  & Palacio de Lebrija
Gloria González

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